Pedrín Bonache, panadero, hijo y nieto de panaderos de Calasparra
Chacho, la vida antes del Trasvase era la ruina. Cómo se lo diría yo… Estábamos como en la Edad Media esa de las películas.
Mi abuelo era el panadero del pueblo, como después lo fue mi padre. Yo era un zagal y corría por el horno; y recuerdo cuando no había agua lo mal que lo pasábamos tos. Porque sin agua no había pan. Y sin pan nosotros no comíamos… ni pan ni ná. La gente llegaba por la mañana quejándose:“¡Albertico, hijo, hoy tampoco tienes pan!” Y mi padre no sabía dónde meterse ni qué decir… ¡Encima parecía que la culpa de que no hubiera agua era suya! Había semanas que los números no salían ni siquiera en rojo. ¡Cuántas veces se planteó mi padre el cerrar la panadería y marcharse a Francia! Pero había sido el negocio familiar desde que mi abuelo era un crío sin barba…
Por eso yo al Trasvase se lo debo todo, porque le debo la vida de mi pueblo y la vida del negocio familiar… Sí, el Trasvase nos trajo la vida… ¡POR UN TUBO!